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Historia de la bolsa de valores

Los valores mobiliarios, en el sentido actual de la palabra, han hecho su aparición a partir del siglo XVI, primero en forma de papel del Estado y más adelante como acciones de bancos o de las grandes compañías coloniales. La primera Bolsa de Valores se construyo a principios del siglo XVII en Ámsterdam bajo la forma de un claustro. Sucesivamente, todos los grandes mercados financieros fueron dotados de edificios variados y durante el transcurso del siglo XIX el lugar alcanzado por las operaciones de bolsa en la vida económica y financiera de cada país movió a los constructores a elevar unos verdaderos templos de Dinero, como la Bolsa de Brongniart en Paris. La creación de las bolsas ha dependido ampliamente de la organización administrativa de cada país. En los que funcionan en la forma de confederación como Suiza o en aquellos cuya unidad política es reciente como Alemania e Italia, resulta normal que existan varias bolsas conservando entre ellas la más completa independencia siendo variable su importancia. Incluso en un país de vasta extensión, como en los Estados Unidos, se hacen necesarias varias bolsas, mientras sus medios de comunicación resulten restringidos, pero el desarrollo de estos ha venido a reforzar más aun la potencia financiera de Nueva Cork. En los países de menor extensión y cuya unidad política es ya antigua, una bolsa única se ha destacado netamente marcando su preeminencia. En Francia al sistema antiguo que ofrecía una organización propia para cada bolsa de provincia lo ha sustituido una Compañía Nacional única que reúne a los agentes de cambio de Paris y de las otras plazas. Asimismo en Gran Bretaña todas las bolsas locales inglesa se han reunido en el seno del único "United Stock Exchange".

 

El crac del 29

El mercado de las acciones ha dado lugar simultáneamente a importantes movimientos. Las grandes empresas, tanto para darse a conocer fuera de sus propios países, como para extender el círculo de los accionistas capaces de participar en sus ampliaciones de capital, han tratado de conseguir que sus acciones sean cotizadas en las plazas extranjeras. Esta orientación se ha acusado muy particularmente en los últimos años, en los que las sociedades europeas se han dirigido a Nueva Cork y aun a Tokio, mientras que las empresas japonesas por su parte, se han vuelto hacia los Estados Unidos y hacia las plazas del viejo Continente. En el mundo actual, cada país busca activamente en los demás territorios tanto sus clientes como sus proveedores. Las empresas no cesan de prever su establecimiento en todos los puntos del globo mediante la creación de sucursales o filiales, o bien tomando el control de las firmas locales. 

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